miércoles, 21 de diciembre de 2011

¿Acaso hay fuerza más grande que el amor?

El 31 de Mayo le dieron la noticia a mi hermana: “tienes cáncer de mama”. Estaba embarazada. A mí me la habían dado el día anterior. Alguien con corazón me avisó para que  mi hermana no fuera sola a la consulta. Pasas de la sorpresa a la desolación más terrible. Desde ese mismo momento intenté ser positiva y pensar que todo iba a salir bien, pero la pena y el miedo eran tan profundos. 

No quise mirar nada en internet, ni en ningún otro  sitio. Ella confió en el equipo del hospital. El cáncer era incipiente pero galopante. (Hay palabras que no se olvidan). Todo se desarrolló deprisa, aunque la espera entre consulta y consulta nos parecía eterna. Primero la interrupción del embarazo, ya que no era compatible con la quimio. Fue un duro golpe, porque era un bebé muy deseado, aunque después hubo también otros momentos críticos.  Recuerdo en  una  consulta con el oncólogo que  le preguntó  si se iba a morir. La respuesta del médico fue “Vamos a intentar que no”. 

En mi caso puedo decir que sin duda me salvó mi Dios. Solo me consolaba estar cerca de ella,  rezar, porque al hacerlo sentía que todo saldría bien. Creo además que es fundamental para un enfermo de cáncer sentirse acompañado  y querido. Los mimos de mi madre en cada sesión de quimio, cuando no entra nada en el estómago… esa sopita de cocido recién hecha, o lo que quisiera. ¿Acaso hay fuerza más grande que el amor? He podido comprobar con otras personas que no han tenido tanto cariño el vacío que sienten, la tristeza añadida de sentirse solos. Y ya es suficiente con la enfermedad.  

Creo que el papel de la familia y los amigos es muy importante. En mi caso me centré en mi sobrina, porque la vida sigue para todos y dar normalidad en lo cotidiano es fundamental, sobre todo para los niños. También por ella, porque toda su fuerza era necesaria para esa lucha (ahora lo entiendo “la lucha contra el cáncer”). 

Desde aquí solo puedo agradecer a todos los que estuvieron allí.  A los que la hicieron reír, a los que estaban siempre. A mis padres, por sus cuidados y amor . A mi cuñado por  quererla más en esos momentos. Tengo una lista tan grande que no terminaría. 

La doctora le dijo un día a mi cuñado : “Enhorabuena por la mujer que tienes, porque para los enfermos de  cáncer,   el estado anímico,  puede influir hasta un 80% en la recuperación del paciente. 

Han pasado 6 años,  mi hermana está llena de vida y nos da una lección diaria. Es feliz, tiene una vida plena. Es un largo camino que hay que recorrer y ella no se rindió. Todos los días doy gracias por tenerla cerca. Ahora me voy a la Carrera contra el cáncer de mama con mi sobrina.  ¡Ánimo!

Ade (el testimonio de una familiar)

1 comentario:

  1. Me ha encantado como hablas de tu hermanas. Muy bonito.

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