Una
vez me preguntaron que cómo definiría la vida desde un punto de vista
profesional. En aquel momento estaba encerrada en la redacción de un periódico
durante la mayor parte de mi tiempo.
“Pues… como un conjunto de acontecimientos que merece la pena contar”,
respondí.
Ya
hace bastantes años de eso…
Soy
Manuela, y llevo desde 2008 volcada con un proyecto al que he dado mucho y del
que he recibido más aún: la
Escuela de Pacientes. Me encargo de las aulas de Cáncer deMama y de Cáncer Colorrectal, entre otras funciones, y con este post sólo
pretendo compartir con vosotros/as algunas de esas historias de superación…
historias de las que tanto he aprendido.
María: (40 años aproximadamente). Vive en un pueblo de
algún rincón de Andalucía. Está en pleno tratamiento de quimioterapia. Se
enfrenta a su segundo diagnóstico de cáncer. Aparece en el aula tímida, con
ojos tristes… pero con una sonrisa que transmite ganas de luchar… y de ganar. Su
principal motivación para acudir al taller: “conseguir salir del sofá…” que la
tiene atrapada desde que comenzó de nuevo el proceso. Y lo consiguió, claro que
lo consiguió. En la segunda sesión, con un nuevo brillo en los ojos, nos
contaba lo que había disfrutado durante un paseo con su chico y lo bien que se
había sentido al liberarse del sillón de su casa. Bien hecho María… lo has
conseguido! :)
Arantxa: (unos 30 años…).
Risueña, participativa en todo momento, Arantxa nos cuenta su historia
con el cáncer colorrectal… cómo la enfermedad interfirió en su embarazo y,
finalmente, dio a luz un niño precioso cuya foto muestra con orgullo al resto
de compañeros y compañeras, mientras habla maravillas de él y su marido. Su
objetivo durante el taller: conseguir cuidarse, pensar en ella un poco más.
¿Cómo comenzar? A través de una acción
muy sencilla… ir a la peluquería después de años. Resultado: una Arantxa feliz,
con un nuevo look que va mucho más allá del corte de pelo.
Taller de cáncer de mama de Escuela de Pacientes |
Silvia (Entre 40 y 50 años…) Entra al aula seria, sin
mirar ni interactuar con nadie. Se sienta en una de las sillas más alejadas, mientras espera al resto de compañeras. Lleva una bolsa en la mano.
Le cuesta participar, hasta que le toca el turno y nos cuenta emocionada que le
acaban de diagnosticar cáncer de mama y aún no ha empezado con el tratamiento. Su
mayor preocupación en ese momento: la caída del pelo. Tras varias horas en el taller, nos
desvela lo que lleva en la bolsa: una peluca que le ha traído su amiga y que no se atreve a probarse. Finalmente acaba sentada en el centro del aula, rodeada del resto
de compañeras del taller, y haciendo de modelo mientras una de nuestras
pacientes-formadoras le prueba mil y una formas de ponerse los pañuelos o
sombreros, como alternativa a la peluca. Se despide con una sonrisa que nunca
olvidaré.
Son
sólo tres ejemplos de las cientos de historias que encierran las aulas de la Escuela de Pacientes y que
las personas que trabajamos en el proyecto tenemos la suerte de conocer y de
compartir con sus protagonistas, personas que nos hacen ver la importancia de
los pequeños pasos para comenzar el camino hacia el objetivo que nos
propongamos.
“Un
conjunto de historias de superación, de amor, de valentía, de ganas de vivir y
ayudar… protagonizadas por héroes y heroínas anónimos/as” Esa sería mi
definición desde una perspectiva profesional hoy. Historias que, por supuesto,
nunca olvidaré
Gracias,
gracias, gracias por enseñarnos tanto!
Por Manuela López (@mlopezd33)
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